lunes, 14 de septiembre de 2015

Mitos de la lactancia

Escrito para BabyCenter en Español
Aprobado por la Junta de Asesores Médicos de BabyCenter en Español.

La leche materna

La leche materna es el mejor alimento para tu bebé. Amamantar a tu bebé es una de las mejores cosas que puedes hacer para su desarrollo. Sin embargo, amamantar no es fácil para algunas mamás. Dar el pecho a tu bebé requiere un proceso de aprendizaje que dura semanas y que en ocasiones puede ser difícil. En ese periodo pueden surgir diversos obstáculos

En el pasado, cuando no existía la información médica que tenemos ahora, estos obstáculos o dificultades se explicaban con ciertas creencias. Si la lactancia te está presentando algunos retos, es posible que algunos miembros de tu familia bien intencionados te ofrezcan una explicación basada en estas creencias o mitos. Y aunque en algún caso puede que tengan razón, en otros puede que no la tengan. 

Es importante tener presentes estas creencias y saber cuáles tienen fundamento y cuáles no, porque de otro modo podrías abandonar la lactancia sin necesidad. 


Mito 1: Mi bebé no está aumentando de peso y creo que es porque no come suficiente

Éste es uno de los miedos más grandes de una mamá que está amamantando. Cuando das el pecho no puedes saber con exactitud la cantidad de leche que tu bebé está tomando, mientras que cuando le das un biberón tienes las medidas exactas. 

Tu pediatra te puede tranquilizar en ese sentido. Durante los primeros meses de vida de tu bebé, tu pediatra lo verá y lo pesará con regularidad. Si tu doctor ve que tu hijo se está desarrollando adecuadamente, puedes estar tranquila porque eso quiere decir que está recibiendo suficiente leche. 

El problema es que cuando las mamás, o las abuelitas, creen que el bebé no está subiendo de peso, pueden decidir empezar a darle fórmula para complementar. Esto crea un círculo vicioso: cuanta más fórmula toma el bebé, menos lacta y por lo tanto, menos leche produce la madre. 

Si tu bebé moja entre cinco y seis pañales al día, se agarra bien al pezón y escuchas cómo traga y, sobre todo, si tu pediatra te dice que está bien de peso y se está desarrollando correctamente, no te preocupes. Todo está bien aunque te parezca que no está engordando tanto como tú quisieras. 

Aprende más señales para saber si tu bebé está tomando suficiente leche. 


Mito 2: No tengo suficiente leche

Ésta es una variante del mito anterior. Recuerda que es difícil saber la cantidad de leche que produces. En los primeros días después del nacimiento, la naturaleza le permite a la mamá descansar después de su intensa labor. En estos días no produce leche, sino calostro, una sustancia amarillenta que sale en poquita cantidad y que es justo lo que el bebé necesita en ese momento. 

El calostro está lleno de grasas, proteínas y anticuerpos que protegen a tu bebé de infecciones y activan su sistema inmunitario. El aparato digestivo del bebé está empezando a funcionar y sólo necesita esas pequeñas cantidades de alimento. 

Además, el calostro tiene el doble de calorías que la leche, con lo cual el bebé necesita tomar menos, pero el hecho de que la cantidad sea pequeña puede hacer que te parezca insuficiente. Por eso, recuerda que durante los primeros días la leche no va a fluir a borbotones; irá apareciendo gradualmente. 

Por otro lado, no es recomendable que compares la cantidad de leche que estás produciendo con la que puedan estar produciendo otras madres. Cada mamá es diferente y cada bebé también. Los dos forman una pareja única y no comparable con otras. 

Tampoco es aconsejable que uses un extractor de leche para verificar cuánta leche estás produciendo, ya que la cantidad de leche que se extrae con el 'sacaleche' no es la misma que obtiene el bebé cuando se prende al pecho. 

Lo mejor es guiarte por el peso que va aumentando tu bebé, su satisfacción y sobre todo, por lo que te diga tu pediatra. Los consejos y opiniones de otras personas, por muy bien intencionados que sean, podrían estar equivocados. 


Mito 3: Mi leche no es buena

La leche materna en general, tiene la misma composición para todas las mamás. Aunque te parezca mentira, incluso en mamás que viven en países donde no pueden tener una dieta equilibrada, la composición de la leche materna es la misma, a menos que haya un problema médico. 

Lo que ocurre es que la composición de la leche varía según la etapa de desarrollo en la que se encuentra tu bebé. Incluso en la misma sesión de amamantamiento la composición de la leche cambia del principio al final. Por ejemplo, la leche que sale al principio es más ligera, para saciar la sed del bebé, y la que sale en los siguientes minutos es la que tiene más grasas y nutrición. 

Lo que sí que afecta la cantidad de leche que produces es darle a tu bebé el biberón. En el momento en el que reduces la frecuencia con la que lo estás amamantando, disminuye tu producción. 

No todas las mamás pueden, o quieren, amamantar. Pero si tu intención es darle el pecho, no te preocupes por la calidad de tu leche. ¡Es excelente! 


Mito 4: Los enojos hacen que se seque la leche

Aunque si estás nerviosa o estresada es posible que tu leche tarde un poquito más en fluir, esto no quiere decir que vayas a dejar de producir leche. Le leche no desaparece o se seca porque estés enojada o hayas tenido un disgusto. Los nervios no cambian la composición y el valor nutritivo de tu leche. 

De hecho, cuando empieces a amamantar y la leche comience a fluir, tu cuerpo se relajará de forma natural. A muchas mamás incluso les entra sueño cuando están alimentando a sus bebés. 


Mito 5: Si la leche tiene un aspecto acuoso hay que dejar de amamantar

Es cierto que la leche materna tiene un aspecto acuoso en ocasiones, pero esto es normal. Al principio de la sesión de amamantamiento la leche tiene menos grasa y por eso se ve más acuosa. Esta leche está diseñada para calmar la sed del bebé y tiene más agua y azúcar y menos grasa que la que sale después. 

Cuando ya llevas unos minutos amamantando, la leche que sale tiene más grasa para darle a tu bebé la nutrición que necesita. 

No compares el color de la leche materna con el de la leche de fórmula porque son muy diferentes. La leche materna se tiene que ver más clara y acuosa que la de fórmula porque así es su aspecto natural. 


Mito 6: Para producir más leche hay que comer ciertas cosas y evitar los alimentos "fríos"

Muchas culturas latinas tienen creencias relacionadas con el balance entre el ″frío″ y el ″calor″. El periodo después del nacimiento se considera un periodo caliente y por eso las mamás deben evitar los alimentos calificados como "fríos". 

Aunque estas prácticas son relativamente inofensivas, el peligro está en dejar de comer ciertos alimentos para comer otros y no llevar una dieta equilibrada. 

Los jalapeños, los frijoles o el chocolate no se recomiendan durante la lactancia, según ciertas costumbres, porque pueden reducir la producción de leche. Aunque no es cierto que vayan a reducir la leche que produces, sí que hay ciertos alimentos que pueden afectar a tu bebé. Algunos bebés por ejemplo, son sensibles al sabor que produce en la leche el comer coliflor o ajo. 

Si observas algún cambio en tu bebé después de comer estos alimentos, evítalos durante un par de días para ver qué pasa. (Lee más sobre la interacción entre los alimentos que comes y la leche materna). 

Algunos de los alimentos que se recomiendan tradicionalmente para el periodo del amamantamiento son las hojas de higuera cocidas, y la avena cocida en leche o los cacahuates, pero no hay ningún estudio científico que haya demostrado que el comer estos alimentos aumente la producción de leche materna. 

Por otra parte, comer en exceso porque estás amamantando tampoco aumentará la producción de leche, ¡pero sí aumentará tu peso y después te resultará difícil perderlo! 

Otra creencia popular es que beber cerveza aumenta la producción de leche, pero tomar alcohol mientras das el pecho no es recomendable y también aumentará tu peso. 

Lo que sí que está demostrado que funciona para producir más leche es dar más el pecho. Cuanto más se alimente tu bebé, más leche producirás. 


Mito 7: Si tu mamá no tenía mucha leche, tú tampoco la tendrás

Lo que determina la cantidad de leche que una mamá produce, a no ser que haya un problema médico, es la frecuencia con la que alimenta a su bebé. Cuanto más lacte tu bebé, más leche producirá tu cuerpo. 

Quizás tu mamá se encontró con algunas dificultades cuando intentaba dar el pecho, y no obtuvo la información o el apoyo necesario para superarlas. Por ejemplo, antes se consideraba mejor no dar pecho por la noche para que la mamá descansara, pero esto ocasionaba un descenso en la producción de leche y, como había menos leche, se abandonaba la lactancia antes. 

Si estás en una situación similar te puede ayudar ponerte en contacto con una asesora en lactancia. En muchos hospitales hay una especialista o una enfermera que te puede ayudar a establecer la lactancia con tu bebé. 

Consulta también nuestra muy completa sección sobre la lactancia, donde encontrarás información sobre problemas comunes, como el dolor en los pezonesla mastitis y los senos inflamados, así como consejos para una alimentación adecuada mientras estás amamantando

Infórmate sobre cómo prepararte para amamantar a tu bebé.

Fuente: http://espanol.babycenter.com/a12900010/mitos-de-la-lactancia#ixzz3i5mq3jrm




Cómo calmar los miedos de tu niño pequeño


fuente: http://espanol.babycenter.com/a5700152/c%25C3%25B3mo-calmar-los-miedos-de-tu-ni%25C3%25B1o-peque%25C3%25B1o#ixzz3k3DUEnXH

Los niños pequeños y sus miedos

Es normal que tu niño pequeño tenga miedo. Al fin y al cabo, la ansiedad es una condición natural que nos ayuda a sobrellevar nuevas experiencias y a protegernos del peligro. 

Algunos niñitos temen cosas o situaciones muy específicas como los insectos, los perros, la oscuridad o los ruidos fuertes, como el de la aspiradora. A otros les asustan las situaciones nuevas o las personas desconocidas.

La mayoría de estos miedos, puedes estar segura, irán desapareciendo poco a poco a medida que tu hijito se vaya sintiendo más seguro de sí mismo y de su entorno. 

Lo que tú puedes hacer para calmar sus miedos

Las siguientes estrategias te ayudarán a hacer que tu hijito se sienta más seguro, pero no esperes que tu pequeño supere inmediatamente sus miedos. Pueden pasar varios meses, o incluso un año, hasta que tu niño logre vencer un temor. 

Mientras tanto, no te sorprendas si tu pequeño parece estar obsesionado con lo que más le asusta, dibujándolo, diciendo que sus muñequitos tienen miedo, o hablando sobre el tema sin cesar. Ésa es precisamente su manera de elaborar sus inquietudes. 

No menosprecies sus miedos. Puede que te parezcan tontos o irracionales, pero para tu niño son temores muy reales y serios. Procura no reírte ni tratar de disminuir lo que él siente cuando se asuste ante, por ejemplo, el ruido de una sirena de ambulancia o la descarga de agua del inodoro. 

Asegúrale que tú también sabes lo que es sentir miedo, reconociendo su aprensión y hablándole de algo que te asusta a ti ("A mami no le gustan las montañas rusas"). Al sentir tu comprensión y apoyo, tu hijo aprenderá que tener miedo es normal y que es mejor enfrentarse al miedo que tratar de encubrirlo. 

Si tratas de convencer a tu pequeño de que no hay nada que temer, seguramente el tiro te saldrá por la culata. Lo único que lograrás es que se sienta aún más molesto si le dices algo como, "No te preocupes, no hay ningún motivo para tenerle miedo al perrito".

Lo mejor que puedes hacer es ofrecerle seguridad y confianza diciéndole tranquilamente: "Sé que el perrito te da miedo. Me puedes dar la mano y caminar a mi lado. Si no quieres, te puedo alzar en brazos". 

Berrinches

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¿Cuándo son más frecuentes?
Pueden darse a toda edad, incluidos adultos. En los niños, se presentan mayormente entre los 12 y 48 meses de edad.
¿Qué son?
Son la manifestación física y repentina de un enojo o frustración muy grandes. Su duración es variable, pero va disminuyendo de intensidad despacio.
¿Por qué se dan?
Dicha frustración puede deberse a que no consiguió lo que quería, se le terminó algo que no quería que se terminara, no logra hacer lo que debía o simplemente hacer que sus padres le pongan más atención, ya que está cansado, tiene hambre o ya se aburrió.
¿En qué género son más recuentes?
No hay distinción, igual se presentan en niños que en niñas.
¿Son normales?
Sí. Son parte normal de desarrollo de la personalidad de cada individuo, aunque no se presentan en todos los niños. Son una respuesta cuando algo bloquea a tu hijo para ganar independencia o aprender una habilidad.
¿Por qué se presentan?
Después del año de edad, los niños requieren mayor independencia, y es por eso que creen que merecen todo o pueden lograr más de lo que sus habilidades les permiten. Al no lograr una u otra cosa, se frustran y empieza el berrinche.
¿Cómo afecta el comportamiento de los padres?
Los berrinches se presentan más frecuentemente cuando los padres se vuelven más exigentes por cosas sencillas o ceden siempre a las demandas de los niños (son muy consentidores).
¿Qué puedo hacer para disminuir los berrinches?
No hay una técnica específica. Lo más importante es ver la causa y tratar de solucionarla juntos. Siempre invítalo a participar para la resolución del problema, esto hará que se sienta apoyado y aprenderá a realizar la tarea que no pudo o simplemente se sentirá acompañado. Si es hambre, dale de comer, si es sueño, hazlo dormir, etc.
¿Si no funciona?
Lo primero que debes hacer es mantener la calma, no compliques las cosas con tu propia frustración. Aquí te ponemos unos consejos:
1)    Distráelo. Preferentemente cambia la actividad que lo frustró por algo más llamativo. Recuerda, los periodos de atención de los niños son muy breves y fácilmente se distraen y olvidan.
2)    No lo regañes. Hay discusión entre no ponerle atención a un berrinche o decirle que está mal, tu pediatra te recomendará si ignorarlo está bien para tu hijo ya que el lo conoce muy bien. Como en la mayoría de las veces, el reforzamiento positivo es lo mejor. Cando haga las cosas bien, prémialo con un beso, una sonrisa o un abrazo (nunca con comida o juguetes) y en el momento del berrinche ponte seria y pregúntale si prefiere eso o un abrazo por dejar de hacerlo.
3)    Reconoce los límites de tu hijo. Nadie mejor que tú sabe los horarios de dormir, comer, descansar, etc. de tu hijo. No lo forces a rendir de más.
4)    Ponle tareas sencillas. Poco a poco ponle actividades para su edad y recompénsalo positivamente cuando las resuelva (esto te ayudará posteriormente cuando haga un berrinche como dice en el punto 2).
5)    Facilítale las cosas. Si ves que va a realizar una actividad no peligrosa, hácela más fácil.
6)    Muéstrale varias salidas. Enséñale varias opciones de como resolverán la situación, ya sea que se calme sólo o mandándolo a su cuarto a pensar. Si se calma sólo, dale un abrazo y dile que estás orgullosa, esto creará un reforzamiento positivo que se irá repitiendo.
7)    No des muchas explicaciones. Dile que no hablarás con tu hijo hasta que se calme. Esta forma de ignorarlo es muy útil, ya que le estás mostrando una forma de resolverlo juntos.
8)    Regla de oro. Nunca cedas a sus peticiones en base a un berrinche.
9)    No explotes. Si crees que estás en tu límite, déjalo en un lugar seguro y aléjate a un lugar calmado para que respires profundo y pienses claramente la solución.
¿Y si el berrinche  es por no poder hacer algo peligroso?
Tómalo firmemente de los hombros, míralo fijamente a los ojos y haz una pausa. Dile que no debe hacerlo. Debes ser firme y consistente al negárselo. Recuerda, la seguridad es primero y no hay excepciones.
¿Qué pasa cuando pierdo el control?
Si sumas tu frustración con la de tu hijo, harás más grande la frustración de él y será el cuento del nunca acabar. Respira profundo y piensa como resolverlo, sólo así aprenderá a tener autocontrol, sólo si tú lo tienes. El pegar o sacudir sólo empeorará las cosas.
¿Qué pasa cuando el berrinche es en público?
Al igual que cuando es en un lugar peligroso, no trates de resolverlo ahí, llévalo a un lugar tranquilo y aislado.
¿Qué pasa cuando el berrinche es por algo que quiere y no le corresponde?
Aquí si puedes emplear la técnica de ignorarlo, obviamente después de haberle explicado porque no se lo das. No des muchas explicaciones, con una simple seguida de tu seriedad es suficiente. Las explicaciones largas no sirven. Eso si, nunca lo pierdas de vista cuando decidiste no hacerle caso.
¿Qué pasa si me pega?
Nunca dejes que te pegue. Si tú le contestas la agresión, pensará que es la forma correcta de actuar cuando estamos enojados. Simplemente dile que no te gustó, con cara muy seria y no le hagas más caso. Eso sí, nunca lo pierdas de vista cuando decidiste no hacerle caso.
¿Sirve mandarlos a su cuarto?
Cuando ya están en edad escolar, sí. Mándalo el tiempo necesario para que se tranquilice y ambos piensen en una solución, que se tome el tiempo que él crea necesario (esto le dará confianza en su criterio).
¿Y si el papá llega de trabajar y lo recompensa con besos y abrazos?
Es muy frecuente. Deben de platicar como pareja de que un castigo impuesto por uno de ustedes, se respeta. Si alguien retrocede al regaño, tu hijo sentirá que ganó y volverá a hacerlo. Lo mejor es seguir con el reforzamiento positivo cuando las cosas se hayan calmado.
¿Se quitan con la edad?
Sí. Conforme tu hijo aprenda a manejar mejor sus emociones y a resolver situaciones difíciles, los berrinches serán cosas del pasado. Es muy importante que aprenda de ti la mejor forma de resolver la frustración, tú siempre serás su mejor ejemplo a seguir para el resto de sus vidas.
¿Qué pasa cuando los berrinches inician en edades escolares?
En todos los mayores de 4 años, lo primero que debemos descartar son problemas de aprendizaje que no se hayan diagnosticado o problemas de interacción social. En estos casos, tu pediatra es el indicado para iniciar evaluaciones.
Recuerda, lo más importante es reconocer el origen de los berrinches. La frustración puede venir de una influencia negativa en la escuela, clases, calle, vecinos, familiares, etc. Siempre platica con tu hijo desde edades tempranas, enséñale que ahí estás para escuchar sus historias. Conoce a todos los que lo rodean y ponte alerta de las malas influencias.

Artículo escrito por: Dr. Carlos Armenta
Pediatra – Neonatólogo – Mtro. Administración y Dirección de Hospitales
Fuente: http://www.sanayhermosa.com/2013/09/berrinches/