Mostrando entradas con la etiqueta niños. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta niños. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de diciembre de 2015

¿Que piensan los niños de sus mamas?

Respuestas de alumnos de segundo de primaria a las siguientes preguntas: 

¿Por qué hizo Dios a las Madres? 

1. Principalmente para limpiar la casa. 
2. Para ayudarnos cuando estábamos naciendo. 
3. Porque es la única que sabe donde están mis calcetines. 

¿Cómo hizo Dios a las Madres? 

1. Usó tierra, como lo hizo para todos los demás. 
2. Con magia además de súper poderes y mezclar todo muy bien. 
3. Dios hizo a mi mamá así como me hizo a mí, sólo que con cachos más grandes. 

¿Qué ingredientes usó? 

1. Dios hizo a las madres de nubes y pelo de ángel y todo lo bueno en este mundo y una pizca de malo. 
2. Tuvo que empezar con huesos de hombres y después creo que usó cuerda, principalmente. 
3. Con carne blandita que olía muy bien. 

¿Por qué Dios te dio a tu mamá en vez de otra mamá? 

1. Porque somos parientes. 
2. Porque Dios sabía que ella me quería más a mí que otras mamás me quieren. 
3. Porque mi mamá me había pedido para ella. 

¿Qué clase de niña era tu mamá? 

1. Mi mamá siempre ha sido mi mamá y nada de esas cosas. 
2. No sé porque no estaba yo allí, pero creo que era muy mandona. 
3. Yo la he visto en una foto y era una niña muy antigua. 

¿Qué necesitaba saber tu mamá de tu papá antes de casarse con él? 

1. Su apellido. 
2. Si me quería para hijo 
3. Si tenia dinero para gastar 

¿Por qué se casó tu mamá con tu papá? 

1. Porque mi papá hace el mejor spaghetti en el mundo y mi mamá come mucho. 
2. Porque mi papá era muy pesado y la convenció. 
3. Mi abuela dice que porque no se puso su gorra para pensar. 

¿Quién es el jefe en tu casa? 

1. Mi mamá no quiere ser jefe pero tiene que serlo porque mi papá es un chistoso. 
2. Mi mamá, porque ve todo en la inspección de mi cuarto. Ella ve hasta lo que hay debajo de mi cama. 
3. Creo que mi mamá, pero sólo porque ella tiene más cosas que hacer que mi papá. 

¿Cuál es la diferencia entre las mamás y los papás? 

1. Las mamás trabajan en el trabajo y en la casa y los papás sólo van al trabajo. 
2. Las mamás saben hablar con las maestras sin asustarlas y hacer muchas magias. 
3. Los papás son más altos y fuertes, pero las mamás tienen el verdadero poder porque a ellas les tienes que pedir permiso cuando quieres quedarte a dormir en casa de un amigo. 

¿Qué hace tu mamá en su tiempo libre? 

1. Las mamás no tienen tiempo libre. 
2. Va a la compra o pone la lavadora. 
3. Me ayuda a hacer los deberes y me lee cuentos. 

¿Qué haría a tu mamá perfecta? 

1. Por adentro ya es perfecta, pero afuera creo que un poco de cirugía plástica en la tripa. 
2. Ya sabes, su pelo, yo lo teñiría tal vez de azul. 
3. Que no tuviera que repartírmela con mi hermana. 

¿Si pudieras cambiar algo de tu mamá, que sería? 

1. Tiene esa cosa rara de pedirme que siempre limpie mi cuarto. Eso le quitaría. 
2. Haría a mi mamá menos cotilla, está todo el día preguntándome cosas. 
3. Me gustaría que desaparecieran esos ojos invisibles que tiene atrás de su cabeza.

Fuente: http://tinyurl.com/2ezj5hb

miércoles, 5 de marzo de 2014

Mandalas para niños

Mandala significa “círculo” en sánscrito y son utilizados desde tiempos remotos y distintas culturas aunque tienen su origen en la India. Son mandalas los calendarios solares mayas y las cristaleras góticas.
En la cultura occidental, fue Carl G. Jung el pionero en utilizarlos y actualmente vivimos un boom de libros y cursillos de mandalas. De hecho mtm, la editorial especializada en mandalas tiene más de 25 libros para todos los gustos.
El de la foto es “Mandala para los peques” de Marie Pre y está recomendado apartir de 5 años. Según la autora “este trabajo está directamente ligado a la Neuropedagogía, que intenta establecer un puente entre lo que sabemos hoy del funcionamiento cerebral y las situaciones de aprendizaje”.
De hecho, uno de los éxitos de los mandalas es que potencian la concentración y favorece la estimulación del hemisferio cerebro: el creativo, intuitivo y mágico. Aquí vemos un bonito ejemplo:

Muchas personas utilizan los mandalas por sus virtudes terapéuticas: mientras se pinta un mandala en calma y con música relajante, la persona está más autocentrada, realiza una meditación mientras pinta, concentra su energía en el dibujo, y encuentra un equilibrio personal.
Con los niños no pasa exactamente eso. Que nadie crea que por pintar un mandala su hijo se va a convertir en un yogui en potencia, pero es otra alternativa muy válida para colorear además de los dibujos típicos.
Los mandalas utilizan geometría y ayudan a los niños a familiarizarse con los símbolos mientras disfrutan. Y colgar luego el precioso mandala en casa es una estupenda recompensa.
Una buena idea que nosotros hemos puesto en práctica es utilizar brillantinas, telas o diferentes materiales y hacer unos mandalas muy orginales que hemos regalado a familiares.
Cuando haya muchos niños en vuestra casa o en una fiesta de cumpleaños un posible juego es dar a cada niño un mandala recortado (todos el mismo) y que cada uno lo pinte a su estilo. Salen verdaderas obras de arte. En algunos centros escolares pintan mandalas y luego los cuelgan del techo.
En las 2 webs que tenéis abajo hay mandalas para imprimir. Si preferís comprar el libro os recomiendo fotocopiarlo antes porque así se puede pintar muchas más veces.
Con contenido místico o sin él, dejaros seducir por un mandala.
Más información | Mtm editores
Más información | Yodibujo y Dibujos para niñosEn Bebés y más | Más dibujos para colorear
En Bebés y más | Dibujos gratis para colorear

Fuente: http://www.bebesymas.com/juegos-y-juguetes/mandalas-para-ninos

lunes, 27 de enero de 2014

El continuum de la violencia

De esto y más hablamos en los Círculos de Mujeres. 

El continuum de la violencia

Nace un niño. Supongamos que somos una madre amorosa con intenciones de cuidarlo, protegerlo y amamantarlo. Rápidamente el niño deseará algo diferente a lo que una misma desea. Querrá succionar el pecho materno cuando ya no estamos disponibles. Llorará cuando consideremos que lo hemos acunado suficientemente. Gritará con desesperación cuando deseemos conversar plácidamente unos minutos con nuestra mejor amiga. En fin, no necesitamos ninguna situación extrema para darnos cuenta que el niño, aunque muy pequeñito, es un “otro”. Y como tal, irrumpirá en nuestro campo emocional buscando “hacerse un lugar”.

Si provenimos de una vivencia infantil de amparo y cuidados maternantes, no sucederá nada. No habrá conflicto. Pero si provenimos de historias de desamparo en mayor o menor grado….inmediatamente -e inconscientemente- se declarará la guerra. Las madres -intelectualmente disponibles pero emocionalmente necesitadas- buscaremos alianzas. Alguien que nos dé la razón y que nos asegure que la actitud del niño es incorrecta. Eso es fácil de encontrar.

Desde el punto de vista del adulto, tendremos argumentos suficientes para tener razón. En cambio desde la realidad del niño pequeño y dependiente de los cuidados maternos, sentirá impotencia, desesperación, furia y dolor.

Así nace la violencia en el mundo: partiendo de cada relación íntima entre las madres infantiles y necesitadas y nuestros hijos pequeñisimos y necesitados. Así nacen las guerras cotidianas. Y así se perpetúan luego en mayor escala.

¿Cómo generamos las guerras cotidianas? Es fácil. En principio, no dando crédito a aquello que le acontece al niño. Interpretando a nuestro antojo y tildando de “caprichosa” cualquier necesidad genuina. Punto final. Hemos ganado una batalla. Nunca nos enteraremos qué necesitó nuestro hijo.

Lo más lamentable para el niño pequeño, es que tiene necesidades viscerales que no comprende y que los adultos no averiguamos ni traducimos. Por lo tanto, el mismo niño no las comprende dentro de sí. Sólo siente vacío, hambre, soledad o miedo. Luego -en este ambiente de hostilidad- organizará diferentes sistemas para defenderse, que serán sus mecanismos de supervivencia emocional. A medida que crezca, se convertirá en un adulto parecido a todos nosotros: necesitado, hambriento, temeroso, vengativo o reactivo. Por eso, si nos interesa disminuir la violencia en el mundo, comencemos por averiguar cuánto hemos sido desamparados durante nuestra infancia, qué hemos hecho para sobrevivir y cómo podemos cortar hoy las cadenas de venganza emocional, para que las nuevas generaciones crezcan en el amparo y el amor.


Fuente: Laura Gutman

martes, 8 de febrero de 2011

¿Azul para los niños, rosa para las niñas?

Por: Yolanda Monge

¿Huyes de los estereotipos de género? ¿Decoraste la habitación de tu bebé en azul porque sabías que era un niño? ¿De rosa porque era una niña? ¿De neutro amarillo? ¿O en plan rupturista le colocaste unas polainas rosa palo a tu hijo al nacer aunque a tu tía abuela le fuera a dar un síncope -o precisamente por ello-? ¿Muñecas para las niñas y camiones para los niños? Veamos.

La tradición se impone y es difícil -o incluso no necesaria- de cambiar. En los hospitales de EEUU, la tarjeta que se pega a la cuna del recién nacido es azul si es un niño o rosa si es una niña. El ridículo gorrito que les colocan lleva un lazo azul si es un nene y uno rosa si es una nena. Hace unos días vi en la cadena de televisión abc un experimento que ponía a prueba los prejuicios que tiene la gente respecto a qué juguete es adecuado para cada género.

Captura de pantalla 2011-01-27 a las 3.57.20 PM Un padre entra con su hijo en una juguetería. [Nota: se trataba de una cámara oculta, aunque la cadena luego ofreció a quienes fueron filmados la oportunidad de expresar sus comentarios cuando se les informó de lo que estaba pasando.] El niño inmediatamente se va hacia la estantería en la que están las muñecas y pide a gritos una 'Barbie'. Padre e hijo son actores. Pero el resto de los clientes no.

Las respuestas a la petición del pequeño fueron para todos los gustos, y en general las que expresaron más abiertamente sus pensamientos fueron las mujeres. Los hombres se callaban su opinión y miraban recelosos lo que sucedía.

"Quiero una barbie", insiste el niño. "Absolutamente no", le dice el padre."Adoro las barbies", insiste feliz el infante. "Tienes que estar tomándome el pelo", replica el supuesto padre con gesto de frustración. Una clienta informa al padre 'en apuros' que también existe 'Ken'... Otra no dice nada y sin embargo le entrega una nota en la que se lee: 'William´s Doll', un libro escrito en 1972 por Charlotte Zolotow sobre un niño que quería jugar con muñecas y un padre que se oponía totalmente.

El programa relata que más o menos la gente no tuvo inconveniente en que el niño optara por una muñeca pero que llegaron incluso a escandalizarse ante la posibilidad de que el pequeño quisiera vestirse de princesa. Cheryl Kilodavis, madre de un niño, relata en el libro 'My Princess Boy' los insultos y rechazo que sufrieron al decidir expresar libremente las preferencias de su hijo por el color rosa, las joyas y los vestidos de hada. La madre de un niño de cinco años vio aumentar las entradas en su blog de forma exponencial cuando anunció que a su hijo le apasionaba vestirse como Daphne, un personaje femenino de 'Scooby Doo'. Ahí queda: ¿Azul o rosa? ¿Barbie o Ken? Siempre queda la opción de un Ken rosa y una Barbie azul.

martes, 25 de enero de 2011

Miedos infantiles: cómo ayudar a los chicos

Los miedos infantiles son las emociones que expresan los niños cuando sienten que enfrentan una situación peligrosa ya sea real o imaginaria. Dependiendo de la edad de los niños, pueden manifestar temor a aquello que les resulta desconocido o extraño, sin importar si conlleva o no un peligro real.

Cada etapa de la vida puede verse invadida por algunos miedos, los más comunes que se presentan durante la infancia son: miedo a estar solos, temor a la oscuridad, miedo a las personas extrañas, a ruidos fuertes, a la muerte, a ciertos animales, a la lluvia y en la mayoría de los casos también a las tormentas, a fantasmas, monstruos, brujas, etc. Ya sean estímulos reales o imaginarios, los niños pueden ser afectados por estos sentimientos debido a que están cargados de cierta intensidad produciendo una sensación de temor.

La mayoría de los miedos van evolucionando de manera gradual durante el transcurso de la vida, lo cual es saludable para la vida de cada niño debido a que ofrecen la oportunidad de brindar las herramientas necesarias para enfrentar diferentes situaciones de la cotidianeidad.

Por otra parte, existen algunos miedos que pueden transformarse en patológicos y es lo se denomina "fobias", cuando tienen una carga excesiva emocional e imposibilitar el normal desarrollo de la vida diaria del niño, ya que constituyen una fuente de sufrimiento constante. En estos casos, si estos miedos aumentan en intensidad y se prolongan en el tiempo, es necesario consultar con un especialista.

Algunos miedos típicos:

Miedo a la oscuridad: Es una emoción completamente normal cuando los niños son pequeños. Esto se debe a que tienen un mundo imaginario y fantaseado muy grande: temen que los monstruos, fantasmas, extraterrestres, brujas, duendes, o cualquier figura imaginaria que ellos crean puedan aparecerse cuando la luz se apaga. En algunos casos también un cambio intenso en sus vidas como una mudanza o la separación de sus padres, puede llevar a que aparezca este temor.

Es necesario que sepamos también que este miedo está relacionado con lo que implica el desapego de los padres a la hora de dormir, es un aprendizaje el poder dormir solos, entonces tenemos que acompañar y ayudar a nuestros hijos a que este temor ceda.

Lluvias y tormentas: cuando son más pequeños los niños temen las lluvias o tormentas debido al ruido que hacen y al desconocimiento de por qué se producen. Es necesario que los padres estén cerca, los abracen, les hablen y expliquen que no hay por qué temer. Esto también suele suceder cuando suena un timbre.

Miedo a los perros: alrededor de los 2-3 años suele aparecer este temor. Es muy positivo que el niño vea que los padres no le temen a los perros y que los acarician y hablan sin temor alguno.

Miedo a la soledad: este temor aparece tempranamente y tiene que ver con el proceso que implica la separación física con los padres. Para que este temor evolucione de manera gradual es necesario que el niño tenga internalizada las figuras parentales que le otorgan seguridad y tranquilidad para consigo mismo y el entorno.

Miedo a caerse: cuando son pequeños, y recién comienzan a aprender a caminar aparece en los niños este temor a caerse. Lo importante es que los padres le den la mano, estén cerca y los alienten a intentar caminar sin temor a la caída.

Sugerencias para los padres:

Comunicación: esta es la herramienta principal para erradicar los miedos. Es necesario que los padres logren una buena comunicación al respecto y dejar que el niño exprese libremente sus temores o miedos.

Contención: los padres deben ser los contenedores y sostenedores de los niños en estas situaciones de miedos. El sostén que les brinda seguridad y confianza en sí mismos para disminuir estos temores son los padres. Por ejemplo, si los niños tienen miedos de algunos animales, los padres pueden acompañarlos –de la mano, si fuera necesario- a ver esos animales y mostrarles que no hay motivo para temerles. La presencia de los padres otorga coraje al niño y seguridad en ese contexto temeroso.

Acompañamiento: es muy beneficioso que los niños se sientan acompañados por sus padres cuando sienten miedos o temores, que sientan que no están solos y que pueden compartir sus sentimientos con los adultos responsables de ellos. Sería bueno poder compartir con los niños los temores que los adultos tenían durante su infancia y el modo en que lo fue superando, así el niño evitará la vergüenza y podrá saber que sus miedos se superan tal como les sucedió a sus padres.

Juego: otra herramienta muy eficaz es utilizar el juego para ir hablando acerca de sus temores, y representarlos a través de lo lúdico. Por ejemplo si un niño tiene temor a la oscuridad, se puede jugar durante el día a que es de noche y mostrarle al niño que nada malo sucede en la oscuridad.

Es importante recordar que la presencia de los padres es lo que a los niños les transmite confianza y seguridad en las distintas situaciones que viven. Las funciones paternales justamente deben desarrollarse en pos de otorgar al niño tranquilidad, confianza y seguridad tanto para sí mismo como para su entorno, utilizando algunas herramientas como la comunicación, la contención, el cariño y el juego. La paciencia de los padres es la mejor herramienta para utilizar en este período de miedos infantiles.

Lic. Rosina Duarte. Psicóloga Infanto-Juvenil, Coordinadora del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia y Crianza

martes, 21 de septiembre de 2010

Do Rewards Work? Two opinions on children's reward systems

The experts agree: Bribes are bad and surprises are super. But can reward systems help kids change their behaviour? Carolyn Webster-Stratton says “sometimes” — with the right planning and follow-through from parents, incentives can be the boost some children need to move on with an important developmental task. Alyson Schafer, meanwhile, says “seldom” — she believes that rewarding kids takes the fun out of learning to do things independently and keeps kids from meeting their potential. Here are the arguments.

PRO – An extra boost

Young children work hard to meet their milestones — whether it’s becoming toilet trained, dressing independently, playing co-operatively or learning to read. Encouragement and praise from parents help them get there but, occasionally, kids need a little extra incentive. That’s where rewards can be helpful.

Parents sometimes worry that rewards will make their children “sticker dependent,” or that using rewards will decrease inner motivation. It’s true that these things might happen when rewards are not well planned or are not developmentally appropriate. However, when used correctly, rewards can help kids succeed, make them proud of their accomplishments, and motivate them to keep working on challenges.

In my book, The Incredible Years, I outline the steps to follow when setting up a reward system:

• Define the desired behaviour clearly: “Sit quietly and read a few pages of your book” is better than “Turn off the TV and do something else.”
• Don’t make reward programs too complex; choose one or two behaviours to start.
• Choose incentives that are cheap and fun. An extra bedtime story or 10 minutes of playtime can work as well as or better than a prize.
• Pair rewards with praise and attention.
• When you see the behaviour you want, be sure to reward your child.
• Change or phase out the rewards as the behaviour becomes easier for your child.
• For kids four to six years, spontaneous, surprise rewards are the best way to celebrate successes. If your five-year-old waited quietly until you were off the phone, treat him to a story for being so patient.
• Six- to 10-year-olds often like points or stickers they can trade in for a reward of their choice (subject to your approval, of course).
• Trying to bribe kids with the promise of a reward while they are in the midst of misbehaving is ineffective and counterproductive.

Here are two ways parents might use rewards. Six-year-old Marcus is struggling with reading. When his parents ask him to read instead of watch TV, he gets frustrated and distracted, and quickly gives up. So his mother sets up a system in which Marcus receives a special dinosaur sticker every time he reads a page with her. When he has five stickers, Marcus can have 10 minutes of playtime with his mom (or a small treat, or TV time).

Marcus’s mom uses a kitchen timer to let him know when 10 minutes of playtime have passed. And while he is reading, she sits with him, coaching and praising his effort: “I’m so proud of how hard you worked to read those pages! I bet you’re proud of yourself for doing that much reading!” Once Marcus is more independent and self-confident about reading, his mom can eliminate the reward or set a harder goal, such as reading more pages before getting a sticker.

Now consider another six-year-old boy, Ben, who throws a tantrum at the mall when his mom asks him to sit quietly while she speaks with a sales clerk. She responds by giving him some candy so he will stop yelling. The candy is a bribe, not a reward, because it is given before the desired behaviour has occurred and is actually reinforcing the yelling behaviour.

Misusing rewards does not help Ben to learn how to wait independently; he’s actually learning to use tantrums to get what he wants. A better way to handle the situation would be for Ben’s mom to plan with him that he could earn a sticker at each store where he waited quietly, and when he earned four stickers, he’d be treated to a special treat such as ice cream.

I like to describe rewards as a kind of scaffolding that can be removed when the new behaviour has a solid foundation. Remember how you supported your baby as he learned to crawl, and then walk? Rewards can perform the same role in a child’s emotional and social development.

— Carolyn Webster-Stratton, clinical psychologist, director of the Parenting Clinic at the University of Washington in Seattle, and creator of The Incredible Years, a training program for parents, teachers and children.

Fuente: Today´s Parents