Es este vínculo afectivo el que brindará a
los niñxs los recursos necesarios para superar retos y obstáculos en un futuro
(cercano y muy lejano).
La crianza de los hijxs es una de las profesiones más extenuantes que,
una vez que empieza, no puede detenerse jamás. Este trabajo va más allá del
cuidado físico que requiere cualquier vida de un ser humano, sino también del
vínculo afectivo que se genera a lo largo de los años del desarrollo familiar e
individual.
Es este vínculo afectivo el que brindará a los niñxs los recursos
necesarios para superar retos y obstáculos en un futuro (cercano y muy lejano).
Se trata de una conexión entre padres e hijxs que fomentará sensaciones de
seguridad y confianza tanto en sí mismx como en el medio ambiente. Este amor
natural y humano manda mensajes a un receptor, nuestrxs hijxs, acerca de lo
valiosx que es tanto para los padres como para el mundo entero; acerca de la
convicción en la declaración de ser merecedor y proveedor de un circuito de
afecto.
No obstante, en los últimos años, la influencia de la tecnología ha
provocado estragos graves en el desarrollo psicoemocional (e inclusive
psiconeuronal) de las nuevas generaciones. Esto se debe a la falta de
interacción entre padres e hijxs, donde los primeros tienden a vincularse
primordialmente con sus dispositivos móviles.
Para escribir un correo del trabajo,
mandar un mensaje importantísimo, usar aplicaciones o redes sociales; son sólo
algunas de las disculpas que cualquier persona pronuncia con un teléfono
inteligente. Este fenómeno llamado como phubbing manda
un doble mensaje esquizoide, cuyo metamensaje recita: “aunque te diga que eres
lo más importante en mi vida, tu conversación ni presencia son prioridad para
mí”. Como consecuencia existe la desvirtualización del afecto en las relaciones
interpersonales, imposibilitando la satisfacción de las necesidades básicas y
de los derechos humanos de cualquier individuo.
Para evitar esta situación al menos con los hijxs, se recomienda prestar
atención a los tiempos de transición: el camino a la escuela o al hogar, la
hora de ir a la cama o de sentarse en la mesa a comer. Esos pequeños momentos
brindan contacto físico, sensorial, emocional, interrelacional. Por ejemplo:
Planea el tiempo en que tus hijxs se levantan hasta que salgan del coche (o
transporte público) libre de la influencia del teléfono móvil; explícales su
almuerzo, cuéntales un cuento, canten diferentes tipos de canciones a lo largo
del trayecto. Y en el momento en que entres a casa, deja afuera el trabajo o
los deberes. Acércate a tus hijxs para decirles buenas noches (sin el teléfono
móvil como compañero eterno). Es el tiempo para generar un vínculo de
bienestar, seguridad y amor con los seres que cuidas.
Fotografía principal: Techland
Fuente: http://www.mamanatural.com.mx/2014/10/padres-adictos-al-celular-provocan-efectos-negativos-en-sus-hijos/
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